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HERMANAMIENTO NAVEGANTES DE BOMÍLCAR


En el año 1.999 tuvo lugar el hermanamiento entre las tropas Carthaginesas Navegantes de Bomílcar y Mercenarios de Lobetania en el transcurso de una cena celebrada en el restaurante Mare Nostrum. En el transcurso de la misma hubo intercambio de pergaminos y de regalos.

En la revista "Lobetania" de ese año, su presidenta escribía lo siguiente:

Tal vez fue vocación, en otro tiempo, de encontrarse aquellos montes y su gente con el mar, una ilusión lobetana que quizá quedó escondida en algunas de sus famosas cuevas. Algunas veces los deseos se cumplen. Nosotros, gente de mar, que vivimos cara a él y de él, estamos acostumbrados también a horizontes ilusorios, a vislumbrar pasados gloriosos en la leja-nía aunque, una y otra vez, acaben en el fondo. Pero hoy no, hoy se nos hace realidad ese sueño que, aletargado, se despereza de la neblina que le sumía en un viaje sin destino. Hoy lo hemos investido día de fiesta, una declaración desconocida en tiempos de paz.

 

Es el nuestro, un mar abrazado por las montañas, como tomado en regazo para ocultarlo de miradas mal intencionadas, somos, por enseñanza de la naturaleza, solidarios, porque no solamente conocemos el romance de las sirenas sino también sus lamentos y el terrible chillido de las gaviotas como palabras hirientes contra los vientos que provocan naufragios, ¿deseamos alguna vez nosotros ser gente de interior, quisieron los mástiles ser vigías tierra adentro, volver a sus ancestros, dejar de escuchar esa música húmeda de días inciertos mientras el mar amortajaba la tarde en su verde azul?, pues si lo quisimos se ha cumplido. Por eso hoy lo hemos proclamado día de fiesta, por eso hemos abierto las puertas de par en par en Lobetania y en Carthago, nos hemos entregado llaves de nuestras casas y nos hemos convertido en una gran familia, nos hemos hermanado. El cumplimiento del sueño se ha realizado.

 

Hay aquí entre los navegantes, embajadores lobetanos que han criado a sus hijos en comunión con los nuestros, que ocupan cargos dignatarios, Antonio Madrid, segundo Sufeta... Nuestros campamentos de invierno se ubican conjuntamente en tierras de la Guía, reino de la señora Lola, donde pudo ponerse de manifiesto la compatibilidad de carácter y el común acuerdo para pasarlo no solamente bien, sino mejor. Si, hemos convivido crudos días compartiendo la tor-tilla, el jamón, bonito..., en definitiva el pan y el vino, nos permite acompañar los recuerdos alrededor de la hoguera, y nos hace llevadero ese tiempo que nos separan de las fiestas. Ellos, los lobetanos, con los que nos hemos hermanado, llevaron en descubierta a sus tierras a nuestras tropas junto con el general Aníbal, misión, en la que a decir de navegantes y lobetanos, se sintió más General que nunca. ¡Menudo viaje que me perdí!, ya he dado orden que quede en las crónicas la arenga del General e incluso la gallina de una sola pata que intervino en el viaje.

 

Así pues, como testeros responsables hemos hecho todo lo posible para mantener la antorcha de las celebraciones encendida. Felicitémonos pues por estos acontecimientos.

Candelaria García

 

 

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